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20/11/2023 ElEconomista.com.ar - Nota

"Para la conservación, la ciencia es necesaria, pero también gente que se la juegue"

El conservacionista de pingüinos Pablo García Borboroglu se convirtió este año en el primer latinoamericano en ganar el Premio Indianápolis (un "Nobel" de la conservación)

Por suerte y a veces, después de toda una vida dedicada a una causa, llegan los reconocimientos. Así le pasó al  conservacionista de pingüinos Pablo García Borboroglu, conocido en el ambiente como "Popi" , quien se convirtió en el primer latinoamericano en recibir el  Indianápolis Prize  -otorgado por la Sociedad Zoológica de Indianápolis, Estados Unidos-, galardón que es considerado como el "Nobel de la Conservación". Ya de regreso en el país, el investigador del Conicet recibirá este 14 de noviembre el Diploma de Honor del Senado de la Nación.
Su lugar de trabajo es el  Centro Nacional Patagónico, precisamente en el instituto CECIMAR . Pero a la vez fundó y dirige la  ONG Global Penguin Society , que promueve la conservación de las 18 especies de pingüinos del planeta a través la ciencia, la protección de hábitat y la educación. Desde ahí, utiliza distintas tecnologías como el GPS para estudiar el comportamiento de los pingüinos y también organiza capacitaciones comunitarias.
El también cofundador y codirector del grupo especialista de pingüinos para la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza, y profesor asociado a la Universidad de Washington, con sede en Seattle contó, en diálogo con Télam Confiar, que su fuente de inspiración fue su abuela Melania y desde chico, no paró de defender a los pingüinos, a los que considera mágicos.
¿Qué significó para usted haber sido el primer latinoamericano en recibir el premio Indianápolis?
Es un tremendo honor, porque también fui también el primero en ganarlo por fuera de Estados Unidos, Canadá o Inglaterra. Más allá de que el reconocimiento me llena de orgullo, creo que es una forma de empoderar a todos los colegas que no viven en países desarrollados, porque a pesar de nuestros obstáculos y dificultades, podemos hacer grandes cosas a nivel de la agenda global y competir. Este premio, el mayor en conservación animal, de alguna forma legitima el trabajo que hacemos desde hace más de 35 años y abre muchísimas puertas políticas para acelerar proyectos a los que se les prestará más atención tras este reconocimiento otorgado por Estados Unidos.
¿Qué puede contarnos sobre los pingüinos que no sepamos?
Yo siempre digo que si hay magia en este planeta, mucha está contenida en los pingüinos. Tienen adaptaciones increíbles que le permiten resistir las condiciones más extremas, como el pingüino emperador, que es el único ser viviente que incuba huevos y cría pichones en el invierno de la Antártida, con tempestades de vientos de hasta 200 kilómetros por hora y temperaturas de -50°C. Además, pueden bucear hasta 500 metros de profundidad y permanecer sin respirar un máximo de 23 minutos. Encima, tienen visión ultravioleta. A diferencia de lo que se cree, los pingüinos aparecieron en Nueva Zelanda, no en Antártida y desde ahí fueron conquistando el hemisferio sur, por la corriente circumpolar antártica. Cabe aclarar que hay 18 especies de pingüinos y sólo 4 de ellas están asociadas a ambientes de hielo. Las otras habitan en áreas más templadas. Incluso tenemos un pingüino tropical en las Galápagos. En cuanto al comportamiento, hay parejas de pingüinos que permanecieron juntas por 17 años y, en ocasiones, hay divorcios, cuya principal causa es cuando no logran criar pichones que sobrevivan.
¿Cómo afecta el cambio climático a los pingüinos?
Los afecta de distinta manera de acuerdo al área del planeta que habitan. En la Antártida, altera el patrón de formación y derretimiento de hielo, lo que repercute en la disponibilidad y la calidad del hábitat que necesitan. Fuera de ella, cambia la disponibilidad de comida, que queda más lejos de las colonias y los pingüinos tienen que nadar mucho para alimentar a sus pichones, por lo que  tardan en llegar, los alimentan menos y hasta a veces están muertos para cuando llegan. Otro factor a tener en cuenta es la frecuencia, la duración y la intensidad de las olas de calor. En Chubut tuvimos una tarde de 44 grados, con unos 300 pingüinos muertos. Además, como están cubiertos de plumas, estos animales no transpiran como nosotros; no pueden disipar el calor más que jadeando o irrigando sangre en las aletas o en las patas. Por último, las olas de calor se asocian a los incendios forestales y por desgracia, los pingüinos no detectan las llamas como una amenaza. Durante sus 62 millones de años de evolución, el fuego no estuvo presente en sus hábitats, entonces no huyen. He visto imágenes de Australia en la que los pingüinos están acicalándose tranquilos detrás de las llamas. 
Desde la adolescencia usted se preocupó por los pingüinos empetrolados. ¿Qué produce el petróleo en los pingüinos y cómo se avanzó en este tema en el país?
En la década de 1980, sólo en la provincia de Chubut morían 40.000 pingüinos de Magallanes a causa de los llamados 'derrames crónicos' de petróleo que por chicos y muy frecuentes, nadie los reportaba. Ya de niño, solía recogerlos de la playa, llevarlos a un centro de rehabilitación para después liberarlos en las colonias. El petróleo daña la estructura de sus plumas, que son las que le brindan impermeabilidad. Por ellas, no sienten frío, ya que repele el agua y les brinda la condición de flotabilidad. Cuando se empetrolan, pierden esa impermeabilidad y encima, como esa pluma se llena de agua y tiene peso, ya no flotan. En casos extremos de derrame se llegó a ver que sólo el 20% de los pingüinos afectados llegaban a la costa y agonizaban por no poder volver al mar a comer. Al resto nunca los veíamos porque se hundían. Para peor, muchos trataban de sacarse el petróleo de las plumas y se intoxicaban. En 1991, para cuando un derrame muy grande frente a las costas de Península Valdez y murieron 17.000 pingüinos, yo era estudiante universitario y estaba en contacto con conservacionistas. Logramos hacer un convenio con la provincia de Chubut para visibilizar el problema, que en esa época no era reconocido por los gobiernos. El tema tomó trascendencia mediática, lo que ayudó a que se alejaran las rutas de los buques petroleros de la costa. Medidas como estas llevaron a reducir las muertes de 40.000 pingüinos por año a 20 como mucho, lo que fue una historia exitosa de conservación. El problema estaba bastante solucionado hasta ahora, que Argentina planea un desarrollo de petróleo a gran escala, en el que hay al menos 18 áreas donde va a haber exploración y explotación offshore. Esto no se alinea con ninguna agenda ambiental en el mundo. En un momento en que se busca transicionar de los combustibles fósiles  a las energías alternativas, es un despropósito desarrollar petróleo a este nivel, cuando se están quemando los bosques en la Patagonia y vemos los efectos del cambio climático. Además, con la explotación aumenta el daño de derrames masivos y podríamos volver al problema de la década de 1980. Sumado a esto, también está el daño de estas explosiones a nivel acústico. Estas acciones afectarían no solo a la pesca sino a muchos otros sectores, por ejemplo la economía de regionales de Patagonia depende del turismo de naturaleza.
¿Cuáles son las asignaturas pendientes en materia de conservación en Argentina?
Si bien se logró bastante, hay muchísimas. Por ejemplo, Argentina no tiene una ley de biodiversidad que contemple el daño a la fauna o al ambiente, entonces hay diferencias entre provincias. Por otra parte, el Código Penal no tipifica los daños ambientales, por lo que es muy difícil llegar a un castigo ejemplificador para evitar futuros daños. Sumado a esto, hay provincias muy ricas en biodiversidad que no tienen fiscalías ambientales y los daños son atendidos por el fuero penal: los mismos fiscales o jueces asignados a asesinatos se ocupan de ambiente, quizá sin tener la formación o perspectiva para interpretar de qué tipo de delito se trata, llevar adelante la causa o dictar una sentencia.
¿Qué se necesita, desde diferentes sectores, para defender a los pingüinos?
Obviamente la ciencia es muy necesaria, pero no es suficiente para proteger los recursos naturales. También se necesita trabajar para que esta ciencia esté disponible en un lenguaje que llegue a las comunidades y a los tomadores de decisiones, a los legisladores. El sistema científico te exige que publiques en inglés, en revistas internacionales, pero esa información tiene que llegar a la gente que no lee en ese idioma, en un formato más amigable. Porque si la ciencia no llega a la realidad, no la cambia. Y otra cosa que se necesita en materia de conservación es gente valiente, que se la juegue y que ponga el pecho a las balas, porque muchas veces los investigadores vemos cosas, y por temor o porque no conviene, no decimos nada. Son imprescindibles aquellos que se planten y levanten la voz para luchar por lo importante.
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Lazos de familia y comunidades, presenciales y virtuales
Influencias. Su abuela Melania fue su "inspiración" para su vocación actual, ya que fue la persona que lo conectó con la naturaleza desde siempre. Ella se había casado con su abuelo griego y fue a vivir a la Patagonia hace más de cien años. Cuando García Borboroglu era chico, ella Melania le contaba historias de cuando los pingüinos los visitaban. 
Bromas y videojuegos. La esposa de García Borboroglu bromeó que él era "un pingüino en el cuerpo de un humano". Pero una anécdota parece hasta legitimar el chiste. Hace años, Popi buscó en Google Trends el interés mundial por los pingüinos y descubrió que la mayoría eran de niños interesados en el juego Club Penguin de Disney. Se acercó a la empresa y se asociaron para incluir en el juego información y contenido educativo sobre los pingüinos. Esta alianza le dio apoyo para la creación de la reserva de biosfera Patagonia Azul en Argentina, que protege diversas especies, entre ellas, los pingüinos de Magallanes.
GPS para cuidarlos. La ONG Global Penguin Society utiliza GPS y tecnología satelital para hacer un seguimiento de los pingüinos y proporcionar información valiosa sobre su conservación y los ambientes marinos en donde se mueven. Las herramientas permiten conocer la ubicación de los pingüinos en el mar, así como sus movimientos y comportamientos bajo el agua. También se valen de cámaras pequeñas que los pingüinos portan para estudiar lo que ven y dispositivos subcutáneos llamados transponders para obtener información sobre el peso y los patrones de viaje de estos animales.
Clarita y su familia. El conservacionista relató que 15 años atrás descubrió una colonia incipiente que tenía 6 parejas de pingüinos, pero el lugar estaba muy deteriorado, con autopartes, hasta se hacían asados. Realizaron esfuerzos de conservación junto con el gobierno y los dueños del campo, que se convirtieron en "socios fantásticos", según las palabras de García Borboroglu. Hoy, esa colonia pasó de tener 6 parejas de pingüinos a más de cuatro mil. Y generan ingresos a través del ecoturismo. A la madre del primer pichón la llamaron Clarita, que se convirtió untodo  símbolo de que valía la pena trabajar en conservación.
Capacitaciones. El programa de capacitación para la preservación de los pingüinos que organiza Global Pengüin Society abarca tanto a comunidades locales como globales. Se han llevado a más de 8.000 estudiantes a visitar a los pingüinos, proporcionando transporte, guías y comida. También se ha desarrollado material educativo en inglés y español, disponible de forma gratuita en la página web. Además, se realizan actividades de conexión global a través de una antena satelital proporcionada por National Geographic, en las que miles de estudiantes de todo el mundo se conectan para aprender sobre los pingüinos en tiempo real.


#70634033   Modificada: 20/11/2023 23:42 Cotización de la nota: $39.116
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