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10/06/2023 Laprensa.com.ar - Nota

El presente oculta el futuro


En la calma chicha de la semana económica, la tensión y los chisporroteos se los llevó la política. La única noticia que el Gobierno tuvo para envolver, ponerle un moño y presentar como un triunfo fue el canje de la deuda en pesos sellado el jueves, que alivió en un 64% la carga de vencimientos pero le dejó a la próxima gestión el compromiso de atender el asunto. Hasta el mismísimo Fondo Monetario Internacional saludó la operatoria financiera, a la cual el secretario de Finanzas, Eduardo Setti, calificó de éxito porque “termina de reordenar el perfil de deuda en pesos. De esta forma, damos por finalizadas las especulaciones de algunos sectores que impulsaban la explosión de una supuesta bomba de deuda”. El mecanismo relámpago difícilmente podía tener escasa adhesión desde el momento en que aproximadamente el 70% de la tenencia de bonos estaba en manos de organismos estatales. Sólo el 26% del sector privado aceptó el convite. La operatoria le despejó el camino al oficialismo hasta diciembre, pero como en tantos otros temas, léase la falta de plan para bajar la inflación, no hace más que postergar obligaciones y tirarle la pelota al que venga. En una rutina ya abúlica el Fondo Monetario también ensalzó el esfuerzo del equipo económico por rescatar recursos de lugares insospechados y por intentar cumplir las metas fijadas. Por ahora, comentó la vocera Julie Kozack, las negociaciones para destrabar nuevos partidas continuarán de manera virtual. Y repitió el latiguillo de siempre: “Trabajamos fuerte y de manera estrecha con Argentina”. La cautela del Fondo, esto de poner paños fríos, hizo que el ministro de Economía, Sergio Massa, decidiera postergar el viaje que haría Washington y que probablemente tenga lugar durante el próximo feriado en la Argentina. Al Gobierno le urge destrabar partidas, asegurarse los dólares ya no tanto para el repago de la deuda sino para contar con un colchón que le permita operar en cuanto a la cancelación de importaciones y la intervención en la plaza cambiaria. El reloj corre en su tic-tac inevitable. La premura por llegar a un acuerdo pronto pasa también porque el miércoles 21 el Estado argentino enfrenta un vencimiento por u$s 926 millones y, ya se sabe, la idea no es gastar reservas en este tipo de obligaciones. Si Massa logra postergar ese pago le hará un buen favor a las fatigadas arcas del Central, que tras la finalización del programa Dólar Soja III retomó el ciclo vendedor de divisas en una tendencia francamente peligrosa, tanto que en tres rondas se desprendió de casi u$s 200 millones. Poco a poco y como era de esperarse, el escenario político preelectoral comienza a imponerse con sus fuegos de artificio por sobre las urgencias de la economía, los precios disparados, los sueldos que no alcanzan, la pobreza rampante. Las alianzas e incorporaciones de última hora ante el cierre de listas le dieron forma a la semana periodística, sembrando más confusión que certidumbre. Hace algunos días, en una disertación en la Universidad de Belgrano, Miguel Angel Pichetto fue franco ante sus seguidores y en un ejercicio sincero alertó: “Hace seis meses teníamos las elecciones ganadas, hoy no se sabe. No hay que subestimar al Gobierno”. Pero el oficialismo muestra las cartas veladamente. La interna parece inevitable entre Daniel Scioli y Wado de Pedro. La pregunta es qué solución pueden ofrecer los precandidatos del kirchnerismo en un escenario con inflación de tres dígitos. O, de tenerla, porqué no la ensayaron antes. ASI ESTAMOS Los datos macro no ayudan, si bien durante los últimos días el Ministerio de Trabajo hizo circular la información de que el salario registrado había tenido en abril un incremento del 9,8%, por encima del 8,4% del Indice de Precios al Consumidor (IPC). Esa es la punta del iceberg en el mercado laboral, pero por debajo se extiende la base de una pirámide de trabajo informal que lejos está de ser invisible  y para la cual la actualización de los ingresos llega con cuentagotas. Las proyecciones de los organismos internacionales como el Banco Mundial dan recesión para la Argentina en 2023, con una caída del 2% en el PBI. Todo parte del contexto adverso de altas tasas de interés globales, menor crecimiento de la economía mundial y un fenómeno crítico como la sequía que ha dejado un orificio difícil de llenar en el plano productivo y fiscal. El economista Sergio Chouza, de raigambre kirchnerista, graficó en su último informe que la sequía ha sido el Cisne Negro que tuvo que enfrentar el gobierno de Alberto Fernández, sin contar la pandemia. Lo cierto es que el impacto sobre el sector agroexportador fue de tal dimensión que “el  ingreso por retenciones cayó 65,1% interanual en los primeros cinco    meses del año, una  vez ajustados por inflación”. Y agrega: “Ocurre que los impuestos al comercio exterior son el cuarto en  importancia en nuestra   matriz tributaria, solo detrás del IVA, Ganancias y los ingresos de la seguridad social”. La falta de dólares proveniente de la agroexportación agrava un escenario que ya es por demás preocupante. En la semana que pasó el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina difundió nuevos datos sobre pobreza e indigencia, correspondientes al quinquenio 2017-2022, y urgió a la toma de medidas. El documento revela que “los índices de indigencia en 2022 se ubicaron en el 8,1% y los de pobreza en el 43,1%, afectando con mayor fuerza a la población más vulnerable. Sin embargo, los nuevos pobres pre y post-pandemia provienen de las clases medias tradicionales no profesionales. En caso de ausencia de diferentes transferencias de ingresos (sin AUH, otros programas ni pensiones no contributivas) brindadas por el Estado nacional, dichos índices hubieran sido aún más graves. Sin estas ayudas, en 2022 la pobreza hubiera llegado al 50% y la indigencia al 19,6%”. Y añade: “La inseguridad alimentaria experimentó un incremento sostenido desde 2017, cuando alcanzó al 15,8% de la población, luego llegó a  un pico de 26,7% en plena pandemia y, en 2022, se ubicó en un 23,3%. Se incrementaron tanto las situaciones de privación severa como moderada, y de manera particular entre los estratos más vulnerables”. Por su parte, “tanto la tenencia de una vivienda digna como el acceso a servicios básicos muestran tendencias algo más favorables, fundamentalmente en este último aspecto, fuertemente vinculado a la inversión pública. En cuanto al empleo, el contexto de estancamiento económico y limitaciones de la economía determina un sostenido incremento del déficit, en el acceso al empleo y la seguridad social”. HORIZONTE Si bien el escenario es crítico, el potencial es enorme. De hecho, el Banco Mundial proyecta un crecimiento del 2,4% para el 2024. Hay mucho por obrar, tarea que a esta altura afrontará el gobierno entrante. Queda claro que el barco del capitán Alberto sólo puede aspirar a flotar hasta que la correntada lo lleve a buen puerto. Que así sea. Este año será malo pero, coinciden los expertos, el próximo podría será venturoso a partir de la recuperación del campo, un sector que pese a su perfil de abundancia necesita de políticas que lo apuntalen. En la última publicación de su sitio web Campo 2.0, la especialista Susana Merlo destaca el trabajo hecho por Brasil, donde las medidas ensayadas hicieron que en una década el PBI agrícola de ese país aumentara de u$s 122.000 millones a u$s 500.000 millones, igualando así el PBI total de la Argentina. Y enfatiza: “Lo que dicho de otra forma, el Brasil agropecuario equivale a la totalidad de la Argentina en términos de PBI”. Se trata de tener un plan y ejecutarlo en una proyección que trascienda los meros términos electorales. Le dicen también política de Estado. Es verdad que hay pocas pero, ¿por qué algunas empresas de perfil trasnacional, pese a todo, aún apuestan por la Argentina? Lo hace Globant, fascinada por el capital humano que consigue aquí producto de un entramado universitario público-privado que arroja profesionales de calidad. Lo hacen las automotrices, la industria local, las grandes energéticas atraídas por Vaca Muerta. No apuestan por esta Argentina, apuestan por la que vendrá. Las compañías que hunden capital en el territorio invierten a mediano y largo plazo. Desoyen la coyuntura. Algo están viendo ellas que nosotros, cegados por la bruma del pesimismo, hoy no podemos ver. Aseguran los que saben que si se ordenan las variables –en medidas que no ahorrarán dolor-, la economía podría ingresar en un ciclo virtuoso de crecimiento que generaría empleo y reduciría la pobreza. Tal vez se dé antes de lo que pensamos. En la calma chicha de la semana económica, la tensión y los chisporroteos se los llevó la política. La única noticia que el Gobierno tuvo para envolver, ponerle un moño y presentar como un triunfo fue el canje de la deuda en pesos sellado el jueves, que alivió en un 64% la carga de vencimientos pero le dejó a la próxima gestión el compromiso de atender el asunto. Hasta el mismísimo Fondo Monetario Internacional saludó la operatoria financiera, a la cual el secretario de Finanzas, Eduardo Setti, calificó de éxito porque “termina de reordenar el perfil de deuda en pesos. De esta forma, damos por finalizadas las especulaciones de algunos sectores que impulsaban la explosión de una supuesta bomba de deuda”. El mecanismo relámpago difícilmente podía tener escasa adhesión desde el momento en que aproximadamente el 70% de la tenencia de bonos estaba en manos de organismos estatales. Sólo el 26% del sector privado aceptó el convite. La operatoria le despejó el camino al oficialismo hasta diciembre, pero como en tantos otros temas, léase la falta de plan para bajar la inflación, no hace más que postergar obligaciones y tirarle la pelota al que venga. En una rutina ya abúlica el Fondo Monetario también ensalzó el esfuerzo del equipo económico por rescatar recursos de lugares insospechados y por intentar cumplir las metas fijadas. Por ahora, comentó la vocera Julie Kozack, las negociaciones para destrabar nuevos partidas continuarán de manera virtual. Y repitió el latiguillo de siempre: “Trabajamos fuerte y de manera estrecha con Argentina”. La cautela del Fondo, esto de poner paños fríos, hizo que el ministro de Economía, Sergio Massa, decidiera postergar el viaje que haría Washington y que probablemente tenga lugar durante el próximo feriado en la Argentina. Al Gobierno le urge destrabar partidas, asegurarse los dólares ya no tanto para el repago de la deuda sino para contar con un colchón que le permita operar en cuanto a la cancelación de importaciones y la intervención en la plaza cambiaria. El reloj corre en su tic-tac inevitable. La premura por llegar a un acuerdo pronto pasa también porque el miércoles 21 el Estado argentino enfrenta un vencimiento por u$s 926 millones y, ya se sabe, la idea no es gastar reservas en este tipo de obligaciones. Si Massa logra postergar ese pago le hará un buen favor a las fatigadas arcas del Central, que tras la finalización del programa Dólar Soja III retomó el ciclo vendedor de divisas en una tendencia francamente peligrosa, tanto que en tres rondas se desprendió de casi u$s 200 millones. Poco a poco y como era de esperarse, el escenario político preelectoral comienza a imponerse con sus fuegos de artificio por sobre las urgencias de la economía, los precios disparados, los sueldos que no alcanzan, la pobreza rampante. Las alianzas e incorporaciones de última hora ante el cierre de listas le dieron forma a la semana periodística, sembrando más confusión que certidumbre. Hace algunos días, en una disertación en la Universidad de Belgrano, Miguel Angel Pichetto fue franco ante sus seguidores y en un ejercicio sincero alertó: “Hace seis meses teníamos las elecciones ganadas, hoy no se sabe. No hay que subestimar al Gobierno”. Pero el oficialismo muestra las cartas veladamente. La interna parece inevitable entre Daniel Scioli y Wado de Pedro. La pregunta es qué solución pueden ofrecer los precandidatos del kirchnerismo en un escenario con inflación de tres dígitos. O, de tenerla, porqué no la ensayaron antes. ASI ESTAMOS Los datos macro no ayudan, si bien durante los últimos días el Ministerio de Trabajo hizo circular la información de que el salario registrado había tenido en abril un incremento del 9,8%, por encima del 8,4% del Indice de Precios al Consumidor (IPC). Esa es la punta del iceberg en el mercado laboral, pero por debajo se extiende la base de una pirámide de trabajo informal que lejos está de ser invisible  y para la cual la actualización de los ingresos llega con cuentagotas. Las proyecciones de los organismos internacionales como el Banco Mundial dan recesión para la Argentina en 2023, con una caída del 2% en el PBI. Todo parte del contexto adverso de altas tasas de interés globales, menor crecimiento de la economía mundial y un fenómeno crítico como la sequía que ha dejado un orificio difícil de llenar en el plano productivo y fiscal. El economista Sergio Chouza, de raigambre kirchnerista, graficó en su último informe que la sequía ha sido el Cisne Negro que tuvo que enfrentar el gobierno de Alberto Fernández, sin contar la pandemia. Lo cierto es que el impacto sobre el sector agroexportador fue de tal dimensión que “el  ingreso por retenciones cayó 65,1% interanual en los primeros cinco    meses del año, una  vez ajustados por inflación”. Y agrega: “Ocurre que los impuestos al comercio exterior son el cuarto en  importancia en nuestra   matriz tributaria, solo detrás del IVA, Ganancias y los ingresos de la seguridad social”. La falta de dólares proveniente de la agroexportación agrava un escenario que ya es por demás preocupante. En la semana que pasó el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina difundió nuevos datos sobre pobreza e indigencia, correspondientes al quinquenio 2017-2022, y urgió a la toma de medidas. El documento revela que “los índices de indigencia en 2022 se ubicaron en el 8,1% y los de pobreza en el 43,1%, afectando con mayor fuerza a la población más vulnerable. Sin embargo, los nuevos pobres pre y post-pandemia provienen de las clases medias tradicionales no profesionales. En caso de ausencia de diferentes transferencias de ingresos (sin AUH, otros programas ni pensiones no contributivas) brindadas por el Estado nacional, dichos índices hubieran sido aún más graves. Sin estas ayudas, en 2022 la pobreza hubiera llegado al 50% y la indigencia al 19,6%”. Y añade: “La inseguridad alimentaria experimentó un incremento sostenido desde 2017, cuando alcanzó al 15,8% de la población, luego llegó a  un pico de 26,7% en plena pandemia y, en 2022, se ubicó en un 23,3%. Se incrementaron tanto las situaciones de privación severa como moderada, y de manera particular entre los estratos más vulnerables”. Por su parte, “tanto la tenencia de una vivienda digna como el acceso a servicios básicos muestran tendencias algo más favorables, fundamentalmente en este último aspecto, fuertemente vinculado a la inversión pública. En cuanto al empleo, el contexto de estancamiento económico y limitaciones de la economía determina un sostenido incremento del déficit, en el acceso al empleo y la seguridad social”. HORIZONTE Si bien el escenario es crítico, el potencial es enorme. De hecho, el Banco Mundial proyecta un crecimiento del 2,4% para el 2024. Hay mucho por obrar, tarea que a esta altura afrontará el gobierno entrante. Queda claro que el barco del capitán Alberto sólo puede aspirar a flotar hasta que la correntada lo lleve a buen puerto. Que así sea. Este año será malo pero, coinciden los expertos, el próximo podría será venturoso a partir de la recuperación del campo, un sector que pese a su perfil de abundancia necesita de políticas que lo apuntalen. En la última publicación de su sitio web Campo 2.0, la especialista Susana Merlo destaca el trabajo hecho por Brasil, donde las medidas ensayadas hicieron que en una década el PBI agrícola de ese país aumentara de u$s 122.000 millones a u$s 500.000 millones, igualando así el PBI total de la Argentina. Y enfatiza: “Lo que dicho de otra forma, el Brasil agropecuario equivale a la totalidad de la Argentina en términos de PBI”. Se trata de tener un plan y ejecutarlo en una proyección que trascienda los meros términos electorales. Le dicen también política de Estado. Es verdad que hay pocas pero, ¿por qué algunas empresas de perfil trasnacional, pese a todo, aún apuestan por la Argentina? Lo hace Globant, fascinada por el capital humano que consigue aquí producto de un entramado universitario público-privado que arroja profesionales de calidad. Lo hacen las automotrices, la industria local, las grandes energéticas atraídas por Vaca Muerta. No apuestan por esta Argentina, apuestan por la que vendrá. Las compañías que hunden capital en el territorio invierten a mediano y largo plazo. Desoyen la coyuntura. Algo están viendo ellas que nosotros, cegados por la bruma del pesimismo, hoy no podemos ver. Aseguran los que saben que si se ordenan las variables –en medidas que no ahorrarán dolor-, la economía podría ingresar en un ciclo virtuoso de crecimiento que generaría empleo y reduciría la pobreza. Tal vez se dé antes de lo que pensamos.

#59578449   Modificada: 10/06/2023 23:34 Cotización de la nota: $16.416
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